A nadie le gusta que le digan cómo hacer las cosas. Ni en lo más pequeño y mucho menos en los negocios. Incluso solemos defender nuestros procesos como parte de la personalidad de nuestro producto final. Sin embargo, buscar ayuda profesional sobre el análisis de nuestros procesos, la correcta ayuda profesional, difícilmente lleva a modificar las ventajas de un producto, por lo contrario, lo salpimenta y enriquece.

La Consultoría no es obligatoria, sin embargo los consumidores cada día se sienten más inclinados por gastar en aquellos productos que ostentan dichas credenciales. Ahí es cuando buscar asesoría deja de ser un gasto y se convierte en una inversión. Sin embargo buscar a un consultor para que su implementacion lean sea exitosa no es suficiente.

Es indispensable recibir apoyo en los procesos para no corregir un error aislado si no una cadena de producción que puede estar sujeta a ellos; fortalecerla y ser capaz de identificar sus vulnerabilidades es lo que hace de la consultoría un “gasto” valioso. Justo esa es la tarea de TBM, porque no sólo estamos capacitados para identificar el origen del problema y solucionarlo, si no que los acompañaremos hasta que sean capaces de hacerlo sin requerir nuestra ayuda. Este supuesto gasto también se refleja en el producto y costo final para el cliente, es inevitable sin embargo, un buen consultor debe tener en cuenta que la asesoría no puede extenderse más de lo necesario.

En la identificación de lo necesario para cada proceso es donde está la justa medida, y por lo tanto, el valor agregado de cada producto refleja con justicia cuál ha sido la inversión en el producto, la calidad de sus materiales, las horas hombre invertidas. Esa es toda la diferencia entre hacerlo bien y hacerlo excelente. ¿Su empresa consideraría la consultoría como gasto o como inversión? ¿Cuáles son las barreras que los detienen para invertir en ella?