En muchas ocasiones las organizaciones enfocan su esfuerzo en “ocupar a su personal”, es decir que se vea que están trabajando y se evalúa la eficiencia de los mismos sin tomar en cuenta la eficiencia de los equipos y que estos pueden ir sufriendo desgastes día con día al exigir de la misma forma que trabajen sin parar. Algunas veces cuando los equipos son intervenidos por primera vez se desarman y podemos observar los daños internos, como cadenas desgastadas, pernos barridos, tuercas oxidadas, filtros tapados, etc., y nos sorprende saber que ni siquiera se habían considerado en un mantenimiento, es más ni siquiera contamos con refacciones para dichos equipos. 

Cuando las empresas se preocupan de forma equitativa por sus recursos se dan cuenta que las máquinas sin hablar, nos muestran sus necesidades con la baja en eficiencia, con la pérdida gradual de velocidad, con la vibración y fallas que día a día se incrementan reflejándose en tiempos muertos y fallas en calidad. No dejemos que sea tarde para cuidar y procurar los activos que transforman materiales en las necesidades de nuestros clientes, una intervención oportuna de mantenimiento garantiza la confiabilidad de nuestros equipos.

El mantenimiento es la prevención de daños.

Debemos considerarlo como una inversión que nos garantiza una buena dosis de calidad, al mismo tiempo que integramos a nuestra gente a ver los equipos como propios y ocuparse de que funcionen adecuadamente.