A lo largo de mi experiencia y sobretodo hablando de los últimos año, he tenido clientes que a pesar de que se cuenta con un grupo directivo que cree en el despliegue de estrategias como una herramienta clave para la elaboración de la Estrategia de Operaciones y que, además, cuentan con la experiencias en otras compañías haciendo el mismo ejercicio, al momento de ejecutar suelen confundirse entre los objetivos estratégicos y los anuales, teniendo como consecuencia una mala alineación en la organización. Normalmente los tomadores de decisiones saben a dónde deben llegar pero pierden la brújula al momento de identificar si la ejecución es por proyectos o con ayuda de eventos de mejora integrales. 

Adicionalmente a la falta de controles, no se tiene muy claro si la estrategia de operaciones está siendo exitosa o no. Inclusive se puede contar con software que ayude al seguimiento de las acciones por propietario, sin embargo el tema de “rendición de cuentas” suele ser poco efectivo ya que no hay una cultura de análisis e implementación de contramedidas para resolver las barreras en tiempo real, provocando la pérdida de interés en los siguientes niveles.

Otro factor a considerar el ajuste de los objetivos ante cambios abruptos como caídas de volumen o cambios en las fuentes de abastecimiento. Finalmente identificar y traducir los objetivos estratégicos con los objetivos operativos marcan el éxito.  

Estos son algunos puntos que contribuyen en la fallas en la implementación:

  • Generar una visión compartida fuera de la realidad, sacrificando los objetivos estratégicos correctos
  • La falta de compromiso con la visión estratégica y sus objetivos en los diferentes niveles
  • Falta de comunicación de los planes estratégicos desde la alta dirección hasta la operación
  • Falla en la gestión en el seguimiento de la implementación
  • Falta de contramedidas cuando no se cumplen los objetivos
  • Disposición de recursos inadecuada